miércoles, 15 de febrero de 2012
No ser parte de este caos, así y todo estés en uno de los rincones de la casa abandonada sentado abrazando tus rodillas con la cabeza entre ellas, y tu corazón latiendo y sacando gritos de desesperación.
No derrumbarse aunque el techo comience a caer al lado tuyo y el polvo forme figuras oscuras y veas todos esos fantasmas que de chicos te hacían tapar hasta el último pelo de tu pequeña cabeza, antes de gritarle a tu mama que venga a buscarte y llevarte a su cuarto.
No salgas de ese lugar, aunque empieces a escuchar las sirenas y escuches cabalgar con furia a los caballos, uno nunca sabe quien los está jineteando.
A fuera todo es apocalíptico, vos seguís con esas ganas de saltar hacia el otro lado, hacia todos esos lugares que creaste a solas, todos esos lugares que imaginaste y que sentiste, la gente desparramada por todos los sectores de tu vida, seres que imaginaste distintos comienza a ejercer su sabiduría y regala oxígeno a los conscientes.
Vos seguís esperando sin mirar y todo lo que escuchas parece ser mentira, seguís esperando el momento en el que el sol salga y te roce la cara, entrando por el único recoveco que dejaste al tapar la ventana con la cortina, ese que de noche parece vacío.
El sol te alimenta y ahí es cuando comenzas a comprender todo.


0 comentarios:

Publicar un comentario