Una noche espeluznante.
Una noche que tendría que haber terminado mal, porqué durante todo el día mis miedos me persiguieron a todos lados, incluso liquidaron de cuatro disparos a mi sombra y ocuparon su lugar, pero, el final de esa noche no fue catastrófico, tampoco fue placentero, en realidad, no tuvo mucho sentido lo que pasó.
Fue hace unos años atrás, cuando me escape de un intento de fiesta, con mi cabeza llena de estupideces, lo primero que hice al salir de aquel lugar fue levantar la cabeza y mi mirada se clavo en la casa de dos pisos que estaba en frente.
Nose por que me impacto tanto, por lo general me distraigo muy fácilmente con pequeñas cosas o con fotografías vivas, esta era una.
En el segundo piso había una ventana con una solapa entreabierta, y muchas ramas, algunas con flores, que caían.
Me quede observando varios minutos, mientras caminaba hacia mi bicicleta, que dicho sea de pasó, estaba a unos pocos metros de distancia, pero en ese momento esa distancia desapareció, para convertirse en algo eternamente insólito.
Mientras buscaba "algo" en esa ventana a oscuras, de repente una imagen borrosa salió y me paralizó. Cuando recupere la visión y mi ritmo cardiaco volvió a la normalidad, vi con más claridad a una señora de incalculables años, pelo largo y color tiza y una bata de colores indescriptibles.
Me quede estupefacto, porqué de un cierto modo yo estaba esperando que la ventana me devuelva algo de la atención que yo le estaba prestando, qué me diera algo a cambio por mi tiempo invertido y me lo dio.
La señora me sonrió y luego dio una carcajada que en otro momento me hubiese obligado a subirme a la bicicleta e irme inmediatamente de esa oscura y angosta calle. Pero no, me quedé, tragué mi angustia, rompí el pánico y también sonreí.
La vieja comenzó a hacerme señas como invitándome a subir a su balcón y mientras yo dudaba, me lanzo una rama larga, gruesa y repleta de espinas para que trepara.
Tenia dos opciones, afrontar lo que yo buscaba, porqué yo obligue a la oscuridad a escupirme algo de motivación, correr el riesgo de no volver a ver la luz del día luego de entrar, o bien, rechazar la invitación y hacharme a pedalear hacia mi aburrido hogar...
A los pocos segundos, mis manos embarradas en sangre y espinas, estaban estrechándose con las manos ásperas de la anciana.
Me invito a pasar, en ese momento pensé en negarme, pero ya no tenía mucho sentido forzarme a no continuar.
Recuerdo que estaba muy asustado, el lugar era oscuro y sucio, había telaraña en todos los rincones, polvo en los libros, un gato que deambulaba moribundo casi sin pelos y un sofá donde la vieja se sentó clavando sus ojos en los míos, yo intente desviar la mirada, pero algo no me lo permitía. La voz de la señora, sus gritos y carcajadas me provocaban escalofríos, nunca había sentido algo así, pero lo que mas me asustaba era la oscuridad del lugar, el viento de esa noche soplaba fuerte y la única luz que había era un viejo candelabro colgante, qué con el viento se apaga y encendía a cada momento por su cuenta.
Todo ese movimiento, no me permitía ver con detalles a la señora, pero si a sus ojos albinos, que brillaban en la oscuridad y al humo de tabaco que exhalaba al hablar.
Le conté que al mirar con atención su ventana, lo que buscaba descubrir era porque mis deseos oscuros siguen creciendo.
Ella sin haberle importado mucho mi comentario, me dijo que quería explicarme sobre mis suicidios fallidos.
Me explico paso por paso mis errores, el mal nudo que hice en el primer intento, el disparo que no dio en el blanco y la sangre derramada en vano.
Me puse de pie llorando cuando me explico que este, era otro intento de escapar de la realidad absorbente en la que me encontraba, qué ella era la ultima alternativa de sacarme de todo... en ese momento estalló de risa otra vez y me provoco un grito, ganas de huir, de saltar por la ventana y desear nunca haber trepado, pero mis pies no me respondían, mi cabeza estaba estancada y mi vista perdida.
Luego sentí en mis brazos a la triste y solitaria señora llorando. Mi remera se humedeció con sus ojos blancos, destiñéndose con su rímel negro y todo el lugar quedo mas oscuro que antes y en silencio, ni la brisa del viento me acompañaba...
De un momento a otro me encontré sentado en su sofá, acariciando a su gato que instantes previo había rasguñado toda mi cara. Nuevamente me encontré solo, sin soluciones. Comencé otra vez a fijar la mirada en algún sitio, para ver que aparecía esta vez, qué me iba a ayudar a escapar, pero lo único que vi, fue un revolver a mi derecha, del cual salía humo y cuando lo toque ardía como si recién se hubiera disparado. Ahí comprendí todo, nuevamente de una forma drástica, algo que me tiene sin cuidado y acostumbrado, me seque la transpiración, pero al ver que mi mano estaba bañada en sangre, al notar eso, el agujero comenzó a causarme muchísimo dolor, él solo aparece cuando lo descubrís, si no lo vez o no lo tocas, el dolor no se hace efectivo.
Me angustie, sonreí, llore y por ultimo decidí aceptar lo que había pasado, me recosté y solo me dedique a esperar lo inevitable.
Antes de cerrar los ojos para siempre, recuerdo haberme acercado a tapar la ventana, y ahí me vi, subido a mi bicicleta, mirando atentamente la ventana, el también parecía estar esperando algo o alguien, y los dos nos asustamos cuando nuestras miradas (una) se cruzaron, le tire la cuerda con espinas y sangre, pero me agradeció y siguió el camino equivocado, seguramente fue mi aspecto terrorífico, quizás no era su momento, quizás comprendió lo que le hubiera pasado, tal vez aun no se canso de no encontrar las respuestas... o tan solo fue la simple imaginación de un joven cualquier, al ver una fotografía viva...
Una noche que tendría que haber terminado mal, porqué durante todo el día mis miedos me persiguieron a todos lados, incluso liquidaron de cuatro disparos a mi sombra y ocuparon su lugar, pero, el final de esa noche no fue catastrófico, tampoco fue placentero, en realidad, no tuvo mucho sentido lo que pasó.
Fue hace unos años atrás, cuando me escape de un intento de fiesta, con mi cabeza llena de estupideces, lo primero que hice al salir de aquel lugar fue levantar la cabeza y mi mirada se clavo en la casa de dos pisos que estaba en frente.
Nose por que me impacto tanto, por lo general me distraigo muy fácilmente con pequeñas cosas o con fotografías vivas, esta era una.
En el segundo piso había una ventana con una solapa entreabierta, y muchas ramas, algunas con flores, que caían.
Me quede observando varios minutos, mientras caminaba hacia mi bicicleta, que dicho sea de pasó, estaba a unos pocos metros de distancia, pero en ese momento esa distancia desapareció, para convertirse en algo eternamente insólito.
Mientras buscaba "algo" en esa ventana a oscuras, de repente una imagen borrosa salió y me paralizó. Cuando recupere la visión y mi ritmo cardiaco volvió a la normalidad, vi con más claridad a una señora de incalculables años, pelo largo y color tiza y una bata de colores indescriptibles.
Me quede estupefacto, porqué de un cierto modo yo estaba esperando que la ventana me devuelva algo de la atención que yo le estaba prestando, qué me diera algo a cambio por mi tiempo invertido y me lo dio.
La señora me sonrió y luego dio una carcajada que en otro momento me hubiese obligado a subirme a la bicicleta e irme inmediatamente de esa oscura y angosta calle. Pero no, me quedé, tragué mi angustia, rompí el pánico y también sonreí.
La vieja comenzó a hacerme señas como invitándome a subir a su balcón y mientras yo dudaba, me lanzo una rama larga, gruesa y repleta de espinas para que trepara.
Tenia dos opciones, afrontar lo que yo buscaba, porqué yo obligue a la oscuridad a escupirme algo de motivación, correr el riesgo de no volver a ver la luz del día luego de entrar, o bien, rechazar la invitación y hacharme a pedalear hacia mi aburrido hogar...
A los pocos segundos, mis manos embarradas en sangre y espinas, estaban estrechándose con las manos ásperas de la anciana.
Me invito a pasar, en ese momento pensé en negarme, pero ya no tenía mucho sentido forzarme a no continuar.
Recuerdo que estaba muy asustado, el lugar era oscuro y sucio, había telaraña en todos los rincones, polvo en los libros, un gato que deambulaba moribundo casi sin pelos y un sofá donde la vieja se sentó clavando sus ojos en los míos, yo intente desviar la mirada, pero algo no me lo permitía. La voz de la señora, sus gritos y carcajadas me provocaban escalofríos, nunca había sentido algo así, pero lo que mas me asustaba era la oscuridad del lugar, el viento de esa noche soplaba fuerte y la única luz que había era un viejo candelabro colgante, qué con el viento se apaga y encendía a cada momento por su cuenta.
Todo ese movimiento, no me permitía ver con detalles a la señora, pero si a sus ojos albinos, que brillaban en la oscuridad y al humo de tabaco que exhalaba al hablar.
Le conté que al mirar con atención su ventana, lo que buscaba descubrir era porque mis deseos oscuros siguen creciendo.
Ella sin haberle importado mucho mi comentario, me dijo que quería explicarme sobre mis suicidios fallidos.
Me explico paso por paso mis errores, el mal nudo que hice en el primer intento, el disparo que no dio en el blanco y la sangre derramada en vano.
Me puse de pie llorando cuando me explico que este, era otro intento de escapar de la realidad absorbente en la que me encontraba, qué ella era la ultima alternativa de sacarme de todo... en ese momento estalló de risa otra vez y me provoco un grito, ganas de huir, de saltar por la ventana y desear nunca haber trepado, pero mis pies no me respondían, mi cabeza estaba estancada y mi vista perdida.
Luego sentí en mis brazos a la triste y solitaria señora llorando. Mi remera se humedeció con sus ojos blancos, destiñéndose con su rímel negro y todo el lugar quedo mas oscuro que antes y en silencio, ni la brisa del viento me acompañaba...
De un momento a otro me encontré sentado en su sofá, acariciando a su gato que instantes previo había rasguñado toda mi cara. Nuevamente me encontré solo, sin soluciones. Comencé otra vez a fijar la mirada en algún sitio, para ver que aparecía esta vez, qué me iba a ayudar a escapar, pero lo único que vi, fue un revolver a mi derecha, del cual salía humo y cuando lo toque ardía como si recién se hubiera disparado. Ahí comprendí todo, nuevamente de una forma drástica, algo que me tiene sin cuidado y acostumbrado, me seque la transpiración, pero al ver que mi mano estaba bañada en sangre, al notar eso, el agujero comenzó a causarme muchísimo dolor, él solo aparece cuando lo descubrís, si no lo vez o no lo tocas, el dolor no se hace efectivo.
Me angustie, sonreí, llore y por ultimo decidí aceptar lo que había pasado, me recosté y solo me dedique a esperar lo inevitable.
Antes de cerrar los ojos para siempre, recuerdo haberme acercado a tapar la ventana, y ahí me vi, subido a mi bicicleta, mirando atentamente la ventana, el también parecía estar esperando algo o alguien, y los dos nos asustamos cuando nuestras miradas (una) se cruzaron, le tire la cuerda con espinas y sangre, pero me agradeció y siguió el camino equivocado, seguramente fue mi aspecto terrorífico, quizás no era su momento, quizás comprendió lo que le hubiera pasado, tal vez aun no se canso de no encontrar las respuestas... o tan solo fue la simple imaginación de un joven cualquier, al ver una fotografía viva...
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